You Drive Me Crazy: El multiverso de Britney Spears y Melissa Joan Hart

Si creciste en los 90 o principios de los 2000, a no ser que vivieras debajo de una piedra, conoces de sobra todo el fenómeno pop que arrasó gracias, en buena parte, a Britney Spears y Christina Aguilera.

Si fuiste adolescente o estabas en proceso, no solo escuchaste su música sin parar (voluntaria o involuntariamente, pero la escuchaste igual), también fuiste testigo de su mítica enemistad / rivalidad / como quieras llamarlo. 

Hoy en día se sigue debatiendo sobre ello. Es más, debería ser parte de la asignatura de historia. Quién fue Fernando VII no es tan relevante como quien merecía más el Grammy, si Britney o Christina. He dicho. 


Sin embargo, poco se habló de la amistad entre Britney y Melissa Joan Hart. Desde luego no fue tan legendaria y sí mucho más efímera, pero existió. Y ojo, porque hasta tuvieron su propio multiverso. Si, si, has leído bien. 

 

En 1999, Britney lanzó su tercer single: You Drive me crazy y Melissa protagonizó una película con un título casi idéntico: Drive me crazy. ¿Casualidad? Para nada. Todo fue un plan de marketing maravillosamente orquestado. ¿Sirvió para mucho? Pues tampoco, pero oye, nos dejó una de las historias más locas y épicas de los 90 para el recuerdo. 




Por aquel entonces, las comedias románticas adolescentes también estaban en pleno auge y Drive me crazy fue una más en la larguísima lista, pero tuvo su aquel.


Y quizá no la recuerdes demasiado, especialmente porque en España la llamaron La chica de al lado y, además de no tener nada que ver, había como 800 películas con ese título. Pero vamos a refrescar la memoria por si acaso. 


¿De qué va la película?


Nicole (Melissa Joan Hart) es la típica chica popular del instituto, entregada a todas las actividades escolares y presidenta del comité que organiza el baile del centenario. 


Chase (Adrian Grenier), en cambio, es el rebelde anti sistema con aire de “yo no soy como los demás chicos” que desprecia a los populares, a quienes considera ovejas y trata de boicotear todas sus historias. 


Y, claro, resulta que viven puerta con puerta, eran mejores amigos de la infancia y hasta compartían una casa del árbol… hasta que el instituto y sus ideales los separaron y ahora a penas ni se miran. Cosas que pasan. 




Casualmente, Nicole es plantada por Brad (Gabriel Carpenter), el jugador de baloncesto con el que iba a ir al baile, que la sustituye por una animadora, obvio, y a Chase le deja su novia Dulcie (Ali Larter), porque es aún más radical que él. 


Nicole, desesperada porque no encuentra una pareja digna y no quiere que le quiten terreno en su propio baile, decide pedirle ayuda a su ex amigo y vecino. Entonces surge el plan más trillado de la historia del cine adolescente: fingir que son pareja para dar celos y recuperarlos... Spoiler obvio: acaban enamorándose de verdad.




Así pues, Chase cambia su alternativo estilo de vestir y se integra en el terrible grupo popular y Nicole, poco a poco, se va dando cuenta gracias a Chase, que los no tan guays son los que merecen de verdad la pena. 


Así que no todo es tan superficial en esta película como encontrar a la pareja perfecta para el baile. Tiene sus mensajitos más profundos como ese o que ambos crecieron sin un progenitor, él sin madre, ella con un padre ausente. Eso define cómo son… y también por qué acaban acercándose.


Pero el verdadero plot twist llega al final: además de pareja, Nicole y Chase van a ser hermanastros (Los Serrano tomando notas para el futuro). Nadie vio venir que sus padres también habían tenido su propia fiesta… En fin, ¿Podemos hablar ya de lo guapísimo que es Adrian Grenier


La cinta es básicamente un catálogo de clichés: fiestas con luces cegadoras, padres que jamás están en casa y un instituto donde todo gira en torno al baile. Pero oye, era 1999, y eso era suficiente para hacernos creer que así era la vida real (mi instituto aun me debe unas taquillas). 





Britney entra en juego


¿Y que tiene que ver Britney Spears en todo esto? Pues mucho, porque desde que salió Baby one more time en 1998, se convirtió automáticamente en la artista más exitosa del mundo y claro, todos querían aprovecharse de ese éxito (aunque eso no cambió con los años…) 


La película, basada en la novela How I Created My Perfect Prom Date, iba a titularse Next to You. Pero Fox olió un filón: si además de tener a Melissa Joan Hart en el cartel, que ya era un icono para los adolescentes con Sabrina cosas de brujas, la estrella pop del momento iba a sacar single, ¿por qué no usarlo como imán para atraer más gente a la taquilla?


Cambiaron el título a Drive Me Crazy para vincularlo con Britney y, junto con Jive Records, montaron un plan de marketing gigantesco. 


Obviamente la discográfica de Britney también iba a sacar tajada y aprovechó para lanzar el single que fuera más acorde con la película: baile, baile y más baile. Y de ahí nació el The stop! remix, una versión diferente (y mejor si me preguntan) al You drive me crazy del álbum. 


Metieron la canción en la banda sonora y juntaron a Melissa y Adrian Grenier en el videoclip de Britney. Ellos mismos ahí presentes preparando unos cócteles, en vez de utilizar imágenes del film. Vamos, un crossover en toda regla. 




Solo faltaba que Britney apareciera en la película… y sí, lo intentaron. Hasta tenían un “papel” para ella, cantando en una fiesta escolar. Pero su agenda estaba hasta arriba y en su lugar metieron al grupo The Donnas, nada menos, que en aquel momento se llamaban The Electrocutes.

Britney al menos asistió a la premiere, más no pudo hacer la pobre. 


Cuando juntas a la princesa del pop y a Sabrina la bruja


Porque, además, entre el videoclip, que se lanzó el 18 de julio de 1999; el single el 24 de agosto y la película el 1 de octubre, tanto ella como Melissa se hincharon a hacer promociones, con entrevistas conjuntas incluidas. Ambas compartían agente de prensa y con tanto crossover y siendo dos estrellas juveniles totalmente en alza, lo mejor era juntarlas y cubrir los dos proyectos al mismo tiempo. El marketing hablaba por sí solo, oro puro. 




Por si fuera poco, la serie Sabrina también se quiso apuntar a la fiesta, ¿por qué no? y el 24 de septiembre de ese mismo año, se estrenó la cuarta temporada ¿Y quien sí pudo hacer un cameo en el primer episodio? Acertaste: Britney. 


La bruja adolescente se mudó a París con su padre y se encontraba sola, así que invocaron a la cantante para un concierto privado en su propia casa. ¿Y qué canción cantó? Exacto, You drive me crazy.

Eso sí que era para volverse loca… yo ya no sabría si estaba rodando un vídeo, una serie o qué. 


Y por si no quedaba claro que todo formaba parte de un mismo universo, en los créditos finales del capítulo pusieron el videoclip con Melissa. Si alguien no entendió que todo formaba parte de una campaña cruzada, es que no quería verlo…





Una breve pero intensa amistad 


Y ese fue el comienzo de una hermosa amistad. No sé si se conocían de antes o algo, pero el año 1999 se lo pasaron entero juntas, así que era inevitable. Aunque bien podrían haberse odiado, pero para eso ya estaba Christina…ellas se iban de fiesta mejor. 


Incluso fue Melissa quien invitó a Britney a un club nocturno por primera vez. La pega es que, aunque en aquel momento interpretaba siempre a adolescentes, Melissa tenía 23 años. Pero Britney, con 17 añitos, sí lo era de verdad. 




Por lo visto se llevaban muy bien, pero al final sus mundos no es que encajaran mucho y aquella relación no podía ser muy duradera, no sé, yo no estuve allí. 


Lo que sí sé, es que Melissa confesó en entrevistas, muchos años después, que “todavía se sentía culpable y estaba arrepentida de haber llevado a Britney por fiestas, que bien podría haber sido más responsable y haber protegido mejor a su amiga de ese entorno, pero en ese momento no consideró que era menor de edad y pensaba que sólo estaban saliendo a divertirse”.

Como si fueran de la misma edad, venga. 


El caso es que ella lo hizo con buena intención. Veía a Britney todo el día rodeada de gente, trabajando y sin poder liberarse (eso tampoco cambió con los años…). Así que, no sólo la propuso ir de fiesta, también la ayudaba a “deshacerse” de su guardaespaldas, en una especie de plan de escape.


Lo que en su día le pareció una gran idea desde el cariño, ahora Melissa cree que “debería haber tenido mejor criterio y haber sido una hermana mayor, porque lo último que quería era ser una mala influencia para Britney”. 


No fue una buena idea, no, pero la realidad es que difícilmente podría haber cambiado lo que vino después en la vida de Britney… 




Con el tiempo, cada una siguió con su trabajo y perdieron el contacto. Aunque en 2015 tuvieron un breve reencuentro, ya que Melissa fue a ver uno de los conciertos de Britney en Las Vegas y se pasó por bastidores a saludar a su vieja amiga.

Pero que se sepa, no han vuelto a coincidir en todos esos años.  


¿Funcionó todo esto?


Y como dije al principio: ¿toda esta mega campaña de marketing sirvió para mucho? Pues depende de cómo lo mires. 


Sabrina siguió con su buena audiencia como siempre y sí, el episodio de Britney fue muy aclamado, pero no superó el pico de 17 millones de espectadores que tuvo la primera temporada. 


El single fue muy vendido a nivel mundial y se coló en el top 10 de Billboard. Vamos, otro éxito más de Britney como quien hace la compra, nada nuevo. No creo que sin esa película se hubiera notado mucho en sus ventas. 


Y en cuanto al film en cuestión, costó 8 millones y recaudó unos 22. Nada mal para lo que era, pero tampoco la convirtió en un taqulliazo. Recuperó con creces su presupuesto, sí, pero no lo suficiente como para que Adrian Grenier acabara en pósters de la Super Pop.




Drive Me Crazy fue como ese amigo simpático de la pandilla que no sobresale, pero tampoco sobra. Un intento digno de subirse a la ola Britney y una película que sin duda recordamos con el cariño de la época, pero que no llegó a ser de las más míticas que marcaron a fuego nuestra adolescencia. 


Para eso ya estaban 10 razones para odiarte, Alguien como tú o Crueles Intenciones, que se estrenaron ese mismo año. Vamos, compitió contra gigantes y claro, así es imposible destacar. 


Aun así, algo sí quedó: esa sensación de que en 1999 todo estaba conectado, todo tenía brillo, todo era icónico y todo parecía más grande de lo que era.

Britney bailando en verde fosforito, Melissa sirviendo cócteles en su videoclip y el mega crossover que montaron, sí fue inolvidable y épico. 


Igual la película no nos cambió la vida, pero nos dejó uno de esos momentos que solo podían pasar en esa época y nos regaló este multiverso antes de que Marvel lo pusiera de moda.


Y eso, amigos, fue historia pop.


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